Parque Rivadavia

jueves, 6 de noviembre de 2014



Se inauguró en 1928 con la presencia del intendente porteño y del presidente de la Nación, Marcelo T. de Alvear. Los terrenos hasta entonces habían sido propiedad de la familia Lezica, que había construido en el lugar una casa de veraneo.

En 1846, don Ambrosio Plácido de Lezica adquirió el terreno de forma triangular que limitan las actuales avenidas Rivadavia, La Plata y la calle Rosario, en la Ciudad de Buenos Aires. Más tarde, hacia 1860, comienza a construir sobre el lugar una finca de recreo familiar al estilo de las muchas que por esos años se levantaban en la zona.


La finca gozaba de una inmejorable ubicación, debido a que tenía su frente sobre el incipiente camino a San José de Flores y, a sus lados, se hallaban dos pulperías muy reputadas en la época: La de Martínez, por el este y, hacia el oeste, la de Nicolás Vila, conocida en la zona por su veleta con la figura de un caballo, que luego daría nombre al barrio de Caballito

El predio estaba limitado sobre la actual Avenida Rivadavia por un muro de mampostería, con pilares que enmarcaban varios tramos de reja artística. La vivienda en sí, contaba con un amplio vestíbulo construido con una estructura metálica y un cerramiento con vidrios de colores, que escondía parte de la fachada. Construida con gruesos muros de mampostería, podía apreciarse desde el frente, el ritmo impuesto por pilares que marcaban las aberturas.

Construcción lujosa para la época contaba además con amplias dependencias de servicio, una enorme cochera, un invernadero calefaccionado, una noria, esta última se conserva en la actualidad en su emplazamiento original dentro del Parque Rivadavia y un lago artificial.

La casa fue residencia permanente de la familia desde 1871 y durante el periodo en que la fiebre amarilla asoló Buenos Aires. Por esa época la familia acostumbraba dar fiestas y tertulias a las que asistían frecuentemente personalidades de la época como el presidente Domingo Faustino Sarmiento, quien regaló a Lezica uno de los siete ejemplares de eucalipto, que había hecho traer desde Australia, para que lo haga plantar en el parque de la quinta.

El fallecimiento de don Ambrosio Lezica, ocurrido en diciembre de 1881, dio lugar a un periodo de incertidumbre económica en la familia. A partir de entonces, se despidió al personal de servicio y se dejó de habitar la quinta. Mientras, lentamente, los alrededores se iban urbanizando, la casa sufría los deterioros propios del paso del tiempo. Hacia 1900, estaba totalmente abandonada y el parque era un baldío en el que, según crónicas de la época, habitaban ladrones y fantasmas.

En diciembre del año 1927, después de varios intentos de comprar la propiedad con el objetivo de parquizar el terreno, el municipio dictó una ley de expropiación para la Quinta Lezica. Los Lezica, aviniéndose a la expropiación, solicitaron que, en el futuro, el lugar conservara su nombre. Sin embargo, una vez realizados los trabajos de remodelación sobre un diseño del paisajista Carlos Thays, el paseo se llamó Parque Rivadavia.


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